21 de marzo de 2007

SOS adolescentes

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Creo que el periodo de los 14 a los 17 ó 18 años es la peor época de todo ser humano. Hasta entonces, generalmente los niños son tan estupendamente ingenuos, tan desconocedores de cómo funciona el mundo que, simplemente, son felices. Yo por lo menos lo fui, y de vez en cuando aún sueño con aquellos magníficos veranos pueblerinos, y me despierto feliz. Es mi cielo particular, ese periodo espacio y tiempo donde no me importaría estar para siempre.

Después de los 18 años (a veces se alrga más) se suele tener algo más de dinero y libertad. Se abren las puertas del trabajo profesional o unos estudios superiores con la promesa de un futuro cercano mejor. Se es soñador, se tienen energías y más posibilidades de todo tipo.

Entre los 13 y 18 no se tiene ni ingenuidad, ni metas claras... Apenas nada sino dudas, de lo que se hará en un futuro, de con cuál de los padres es mejor vivir si se separan o incluso de a qué saben los besos de esa persona que me gusta. Surgen las compañías más o menos desafortunadas, los cigarrillos en el recreo, la primera copa y las mentiras a los padres. Las chicas se desarrollan rápido y pasan horas hablando con las amigas, de cualquier cosa. Los chicos descubren que las chicas se desarrollan rápido y pasan horas hablando con los amigos acerca de las chicas... Les cambia la voz y, sospechosamente, empieza a gustarles la ducha.

En el fondo es una transición natural y necesario, que nunca me han gustado, ni antes de ser adolescente, ni siéndolo, ni ahora que ya no lo soy.

Aquí presento un extracto real que presencié el otro día y que me recordó esta querida fase, y me dio pie a este post y a pensar....



DE: una madre de una chica adolescente (14 años), rubia quizá no natural, 50 años, muy maquillada, pequeñas arrugas, patas de gallo.
SITUACIÓN: ella conduce su pequeño coche semi nuevo con su manicura recién hecha. La compañía le pregunta qué tal su hija.
DISCURSO:

"¡Me tiene! Estoy que no vivo. Está todo el día hablando por teléfono que vienen unas facturas que se lo he prohibido. Hace sus deberes, eso sí, es verdad que es buena estudiante, sino me da algo. Pero me da igual, porque ahora habla por internet con sus amigas o yo qué sé. ¡Y lo que cambia de dentro a fuera de casa! Cuando nos encontramos con alguien luego me dicen que qué chica tengo, qué simpática, que qué suerte tengo... A ver, fuera se porta fenomenal, y yo pienso: ¡Ay si vieran cómo es en casa! A mi me trata fatal (detiene el discurso pues se emociona al pensarlo). O me llaman del colegio o cuando voy a las reuniones me dice su profesora que siempre hace los deberes y que se porta muy bien. Y con su padre fenomenal, el otro día le mandó una carta que le quería mucho y le echaba de menos. A mi me da vergüenza cómo tiene la habitación, pero no la puedo decir nada. ¡Uy cómo se pone! Se pone... Yo no puedo decirla nada. Cierro su puerta cuando viene alguien. Mira, a mi nunca me da un beso ya. Hace que no me da un beso que, que ni me acuerdo. Ni por navidad ni nada. Y el otro día estoy hablando con la madre de una amiga suya y me dice que la diga que de parte de su hija que la de un beso, y ella que también y que la quiere mucho. Y yo, ¡la mato! Me tiene..."


... y a pensar que la edad de padre/madre de adolescente tampoco debe ser muy buena.